Se informa que la Comisión Europea está considerando retrasar partes de su histórica Ley de IA, un importante cambio de política revelado el viernes.
La posible pausa se produce tras el intenso lobby de los gigantes tecnológicos estadounidenses y la presión de Washington. Semejante medida marcaría un cambio radical con respecto al firme rechazo de la Comisión a cualquier retraso hace apenas cuatro meses.
Según los informes, los funcionarios ahora están discutiendo”retrasos específicos en la implementación”como parte de un proceso de simplificación más amplio. El cambio pone de relieve las crecientes tensiones transatlánticas sobre la regulación tecnológica y la poderosa influencia de la industria tecnológica en la configuración del futuro digital de Europa.
Un cambio brusco: Bruselas considera un retraso tras el firme compromiso de “no hacer pausa”
Apenas cuatro meses después de declarar Aunque el cronograma de la Ley de IA no es negociable, Bruselas parece estar cambiando de tono. Un portavoz de la UE dijo a los periodistas que los funcionarios están en conversaciones sobre posibles retrasos, enmarcándolo como parte de un”proceso de simplificación”cuya adopción está prevista para el 19 de noviembre.
Se cree que tiene como objetivo reducir los trámites administrativos. cargas, el proceso busca aclarar los estándares técnicos y abordar quejas de larga data de la industria.
Representa un cambio sorprendente con respecto a la postura de la Comisión en julio. En aquel entonces, rechazó rotundamente una demanda de alto perfil de más de 45 gigantes industriales y tecnológicos europeos de congelar la ley durante dos años.
En una conferencia de prensa en julio, el portavoz de la Comisión, Thomas Regnier, fue inequívoco:”Permítanme ser lo más claro posible: no hay forma de detener el reloj. No hay período de gracia. No hay pausa”.
Esa postura firme fue una respuesta directa a una carta abierta de la Iniciativa de Campeones de IA de la UE, una coalición que incluye a Airbus y Mistral AI. El grupo advirtió que el equilibrio entre innovación y regulación se estaba rompiendo y”perturbado por regulaciones de la UE poco claras, superpuestas y cada vez más complejas”, argumentando que la incertidumbre ponía en riesgo las ambiciones de IA de Europa.
La amplificación de esta presión interna fue la fricción transatlántica, con la administración Trump oponiéndose constantemente a lo que considera regulaciones tecnológicas europeas proteccionistas.
El núcleo de su queja fue la falta de estándares claros para el cumplimiento, lo que deja a las empresas en la oscuridad.
Un grupo de lobby tecnológico, CCIA Europe, se hizo eco de esto y afirmó que “…se necesita urgentemente una intervención audaz para dar seguridad jurídica a los desarrolladores e implementadores de IA…”, para proporcionar seguridad jurídica mientras las directrices clave siguen sin estar disponibles.
Las grandes tecnológicas divididas: un lobby fracturado de cumplimiento, oposición y alineación
Enfrentando un movimiento de pinza de presión política transatlántica e intensas empresas lobby, el otrora unido frente de las Big Tech se ha fracturado. Las empresas ahora están siguiendo estrategias divergentes, dividiéndose en campos de confrontación, colaboración cautelosa y alineación profunda.
Meta ha elegido el camino de la oposición directa. El jefe de asuntos globales de la compañía, Joel Kaplan, anunció públicamente que no firmaría el Código de prácticas voluntario de IA de la UE, un precursor de la plena aplicación de la ley.
En una declaración contundente, argumentó:”Europa va por el camino equivocado en materia de IA. Este código introduce una serie de incertidumbres legales para los desarrolladores de modelos…”
Mientras algunos gigantes tecnológicos luchan contra las regulaciones, otros ven una oportunidad estratégica en su cumplimiento. Google adoptó una clara contraposición al respaldar el código, otorgando un peso significativo a los esfuerzos de la UE.
Sin embargo, su apoyo llegó con importantes reservas. Kent Walker, presidente de Asuntos Globales de Google, escribió:”Seguimos preocupados porque la Ley y el Código de IA corren el riesgo de desacelerar el desarrollo y el despliegue de la IA en Europa”.
Walker enmarcó la decisión como un paso a favor de la innovación, citando el potencial de la IA para impulsar la economía europea en 1,4 billones de euros al año para 2034, pero advirtió que reglas vagas podrían”enfriar”el desarrollo.
Microsoft, mientras tanto, ha ejecutado un giro geopolítico magistral. En lugar de resistirse, la empresa se ha posicionado como un socio firme. Reveló cinco”Compromisos digitales europeos”para generar confianza en el continente.
El presidente de Microsoft, Brad Smith, afirmó:”Reconocemos que nuestro negocio depende de manera crítica de mantener la confianza de los clientes, países y gobiernos de toda Europa”.
Esto es más que retórica; está respaldado por una expansión planificada del 40 % de la capacidad de su centro de datos de la UE, un límite de datos de la UE reforzado para mantener los datos de los clientes dentro del bloque y una promesa legalmente vinculante de impugnar cualquier orden gubernamental de cesar sus operaciones.
Defectos más profundos: por qué una pausa puede no ser suficiente para arreglar la Ley de IA
Mientras los responsables políticos en Bruselas sopesan sus opciones, algunos expertos advierten que un simple retraso no resolverá los problemas fundamentales de la Ley de IA. problemas. Argumentan que el diseño central de la legislación es demasiado rígido para regir una tecnología que evoluciona a un ritmo exponencial.
En un análisis reciente, el jurista Thibault Schrepel sostuvo que las pausas no corrigen fallas de diseño, sino simplemente exponerlos. Sostiene que la afirmación de que la Ley está”preparada para el futuro”es una ilusión, ya que su marco estático y basado en el riesgo ya está siendo superado por los modelos de IA de propósito general.
En lugar de una demora, Schrepel pide crear una”regulación adaptativa”con mecanismos para monitorear los efectos y evolucionar con la tecnología.
Figuras políticas influyentes se han hecho eco de este sentimiento. El ex primer ministro italiano Mario Draghi pidió una pausa en la siguiente etapa de la ley, instando a los responsables políticos a comprender mejor sus “inconvenientes” antes de proceder.
Por lo tanto, el debate sobre una pausa se ha convertido en un sustituto de una pregunta mucho más amplia sobre el futuro tecnológico de Europa. La elección ya no es simplemente entre velocidad y seguridad, sino entre un reglamento rígido y prescriptivo y uno adaptable y en evolución.
Para la UE, lo que está en juego es inmenso: hacerlo mal no sólo podría sofocar un motor económico vital, sino también correr el riesgo de ceder su soberanía digital y su ambición de liderar el mundo en una gobernanza responsable de la IA.